Uno de los principales problemas derivados de nuestro desarrollo es la generación de basura y desperdicio de todo tipo, incluida la chatarra metálica. En algunos sitios esto ya es un verdadero problema al que se está intentando encontrar nuevas soluciones.
Una de ellas pasa por enviar nuestros desperdicios fuera de la tierra: al sol. Allí serian destruidos y no afectarían de forma negativa a nuestro entorno.
¿Es esta una solución realista? En este artículo te damos la respuesta.
No podemos negar que vivimos en un mundo muy cómodo gracias a los avances y el desarrollo de la tecnología. Pero esto también tiene un lado negativo: el impacto ambiental y el daño al medio ambiente causado por nuestra actividad.
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, al año se generan en el mundo unos 1300 millones de toneladas de chatarra metálica, de los cuales solo se recicla el 30% (es decir, unos 400 millones de toneladas).
¿Qué hacer con el resto? Una posible alternativa para todos los desperdicios que generamos es, directamente, sacarlos fuera de nuestro planeta. Enviarlos al espacio exterior o incluso mejor, al sol, para que sean destruidos. Y adiós, problema resuelto.
Parece una buena idea, ¿verdad? Vamos a ver que en realidad no lo es tanto.
Hay que decir que desde un punto de vista estrictamente físico sí que es posible.
La siguiente pregunta sería: si es posible, ¿por qué no lo hacemos?
Porque supone un esfuerzo titánico. Vamos a explicarlo.
La gravedad de nuestro planeta tierra retiene a cualquier objeto dentro de su atmósfera. Para poder salir de este campo gravitacional es necesario alcanzar una velocidad muy elevada, concretamente 7,9 km/s para alcanzar una órbita geoestacionaria (donde se encuentran nuestros satélites) o 11,2 km/s para escapar completamente de la gravedad de la tierra.
Desde los años 50 varios países han estado trabajando duro en los viajes espaciales, y gracias a ello hoy tenemos algunos “vehículos” que son capaces de alcanzar esas velocidades para así salir al espacio exterior.
Hasta aquí, aunque complicado, es factible: se podría cargar un cohete espacial con chatarra y sacarlo del campo gravitacional terrestre, aunque esta solo sería la parte fácil.
Hay que tener en cuenta que la tierra gira alrededor del sol a una vertiginosa velocidad de 30 km/s. Eso es lo que nos mantiene orbitando alrededor del sol. Cualquier objeto que salga de la tierra con esta velocidad tendría tanta energía que como mucho podría orbitar al sol, pero no acercarse a él.
Para que un objeto pudiera ir dirección al sol tendría que reducir la velocidad. Así reduciría su energía cinética y poco a poco el sol “lo atraparía” con su gravedad.
Esto que suena tan fácil es todo un reto, debido a la gran velocidad que llevaría nuestro cohete. Para poder frenar necesitaría una cantidad inmensa de combustible para decelerar, o usar la gravedad de otros planetas para frenarse, cosa que requeriría crear una compleja ruta por nuestro sistema solar.
Sea como sea, es un reto muy desafiante (aunque técnicamente posible), por eso es muy difícil que pueda llevarse a cabo.
Razones para no enviar nuestra chatarra al sol.
Completando lo expuesto hasta ahora, estas son las principales razones por las que no es buena idea enviar chatarra al sol.
Si algo ocurre durante el lanzamiento, toda esa chatarra puede convertirse en metralla que caería a gran velocidad en cualquier parte del mundo, incluyendo áreas pobladas, lo que podría causar grandes daños.
Como hemos explicado, las maniobras de aceleración y deceleración requerirían grandísimas cantidades de energía, y por lo tanto de combustible. De hecho es energéticamente más económico enviar un cohete fuera de nuestro sistema solar que al sol.
No compensa económicamente se mire por donde se mire. De hecho, ni siquiera enviar la chatarra “solo” al espacio (en lugar de al sol) es viable económicamente, como veremos a continuación.
Hemos visto que la misión al sol es muy complicada, pero ¿podríamos conformarnos con enviarla al espacio?
Aquí nos enfrentamos a otro problema. Si pones chatarra en órbita, con el tiempo puede volver a entrar en la atmósfera y caer en cualquier lugar del mundo. Como hemos visto, para que los objetos no se vean atrapados por la gravedad es necesario que mantengan una alta velocidad.
Tenemos la idea equivocada de que las cosas en el espacio están simplemente flotando, como la estación espacial internacional, pero no es así. Realmente está girando a gran velocidad alrededor de la tierra.
Por lo tanto no sería suficiente con lanzar la chatarra al espacio, de alguna forma habría que mantenerla con la aceleración suficiente para que no vuelva a caer en la tierra, algo que solo por costes es impensable.
Por ejemplo, orbitar el Ariane 5, el cohete europeo diseñado para llevar cargas a órbitas bajas, tiene un coste de 163 millones de euros, y cuenta con una carga útil de 7 toneladas. Haciendo números el coste por kilo supera los 23.000€.
Lanzar la chatarra al espacio no es una opción viable por diversos motivos. Existen otras soluciones más realistas y que se pueden llevar a cabo hoy mismo.
Una de ellas es el reciclado de la chatarra. Los metales que se descartan hoy pueden ser el origen para nuevos productos mañana. El mismo informe de las Naciones Unidas que hemos mencionado antes indica que de los 60 metales que estudió, al menos un tercio de ellos tiene una tasa de reciclaje superior al 50%.
Estos metales, mediante el tratamiento apropiado, pueden convertirse en nuevas materias primas para producir nuevos bienes, reduciendo el impacto tanto de los deshechos como de la actividad minera necesaria para obtener más mineral.
Esta es la importante labor que llevamos a cabo empresas como Chatarras Sánchez, en la que aportamos nuestro granito de arena para mejorar nuestra tierra, la única que tenemos.
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