Cada hogar europeo contiene una media de 26 aparatos eléctricos y electrónicos. Desde lavadoras y aspiradoras hasta teléfonos inteligentes y ordenadores, es difícil imaginar la vida sin ellos, pero los residuos que generan suponen todo un reto para la UE en su voluntad por reducir su huella ecológica. En este sentido, en los últimos años, se han recogido más de 11 kg de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos por habitante de media en la UE.
Un reto a nivel europeo
España también se ha puesto las pilas en este ámbito. Según los últimos datos difundidos, en el primer semestre de 2023, se recogió un 3,28% más de aparatos, hasta alcanzar un total de 139.692.723 kg. La media nacional en España es de 6 kg por habitante, con las Islas Baleares en cabeza con 10 kg por habitante, cifra ya cercana a la media europea que se sitúa en los 10,3 kg., según datos de Eurostat de 2020. A nivel nacional, en la última década los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor de Aparatos Eléctricos se han encargado de la recogida y gestión de más de 2 M de toneladas de RAEE doméstico.
Dimensión superior a los 50 cm
Entendemos por grandes electrodomésticos aquellos aparatos y equipos electrónicos con una dimensión exterior superior a los 50 cm. Los grandes electrodomésticos son clasificados en la chatarrería como RAEE (Residuos de Aparatos Electrónicos y Eléctricos), una clasificación que incluye, entre otros: lavadoras, secadoras, cocinas, estufas eléctricas, hornos y lavavajillas, microondas, frigoríficos, congeladores, televisores, aspiradoras, aires acondicionados, placas de calor, radiadores eléctricos aparatos de consumo, otros grandes aparatos utilizados para calentar habitaciones, ventiladores eléctricos, máquinas de hacer punto y tejer.
Reciclaje de los grandes electrodomésticos
El proceso de reciclaje de los grandes electrodomésticos incluye tres fases: descontaminación, fragmentación y separación. El objetivo final es que se conviertan en nuevos recursos, recuperando los materiales contenidos en los mismos para que vuelvan a ser utilizados como materia prima de nuevos productos, completando una cadena de valor dentro de un proceso de economía circular.
Según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), los beneficios económicos de emplear una economía circular en este sector serán enormes, reduciendo los costes para los consumidores en un 7% en 2030 y un 14% en 2040.
Para ello, sin embargo, será necesario trabajar e invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías y en la mejora de los procesos que tienen un impacto directo en la valorización de materiales y permiten alcanzar unos mayores índices de recuperación.
Materiales recuperados
El gran valor económico en los residuos de los grandes electrodomésticos es la cantidad de materiales reciclables que pueden llegar a contener. Su estructura robusta y compleja contiene una variedad de metales, plásticos y componentes electrónicos que, una vez separados y procesados, pueden volver a ser introducidos en el ciclo productivo.
Entre ellos contamos cables, hormigón, condensadores, plásticos y metales. En cuanto a estos últimos, se calcula que el 61% del material recuperado corresponde a metales férricos, mientras que el 7% a los metales no férricos.
Metales básicos como cobre, hierro, níquel, estaño, aluminio o zinc son habituales en estos electrodomésticos, así como otros más pesados como el plomo, el arsénico, el cadmio, el cobalto, el cromo, el mercurio o el selenio.
Profesionales especializados
Sin embargo, es fundamental que se encargue de su reciclado un profesional especializado como la chatarrería, ya que algunos de estos materiales tienen niveles elevados de compuestos químicos y gases nocivos para la salud y para el medioambiente. De ahí también la importancia de su reciclado, para evitar un impacto medioambiental de amplias proporciones ya que algunas de estas sustancias como el mercurio, el cadmio o el bromo son altamente tóxicas.
A modo de ejemplo, un frigorífico mal reciclado emite a la atmósfera gases de efecto invernadero equivalentes a las emisiones de un coche recorriendo 15.000 km y el fósforo que hay en una sola televisión es capaz de contaminar 80.000 litros de agua. Los gases refrigerantes deben ser extraídos de forma segura.
Las sustancias peligrosas más habituales que incorporan los grandes electrodomésticos son: Cadmio; Plomo; Mercurio; Cromo hexavalente; PCB (Bifenilos policlorados); compuestos bromados/retardantes de llama: TBBA (Tetra-bromo-bifenil A), PBB (Polibromobifenilos) y PBDE (polibromodifenil-eteres); componentes termoplásticos, cables, etc; Octa y deca BDE (octa y decabromo difenil eter); CFC; HCFC; HC; Cloroparafinas; bario y antimonio.