El reciclaje de chatarra y metales se ha convertido en un necesidad tanto ambiental como económica. Gracias a la recuperación de estos materiales y a su posterior reciclado contribuimos a frenar el despilfarro de materias primas naturales (su producción primaria implica unos costes de inversión y operación muy elevados), y reducimos considerablemente las emisiones de CO2 a la atmósfera.
En cifras generales, fabricar un producto nuevo a partir de material reciclado supone un 20% menos de emisiones y evita la extracción desmesurada de materias primas.
Lo habitual es que tanto las empresas como los particulares lleven la chatarra a empresas especializadas que se ocupen de su recogida, tratamiento y recuperación. De esta forma los usuarios pueden conseguir algo de dinero a cambio de sus residuos metálicos mientras contribuyen a respetar el medioambiente y a disminuir el consumo de energía.
A nivel económico, se calcula que solo en 2014 la industria siderúrgica recicló más de 10 millones y medio de toneladas de chatarra y metal, generando un beneficio de casi 1.700 millones de euros.
Empresas gestoras de residuos como la nuestra se encargan de recoger, clasificar y tratar los residuos metálicos para que puedan ser reutilizados en otros procesos productivos.
El proceso de reciclaje de chatarra tiene fases manuales y fases mecanizadas que incluyen trituración, cribado y separación para conseguir los metales por un lado y la fracción resto (es decir, los plásticos, textiles, etc.), por otro.
Las fases más importantes del reciclaje de chatarra son:
Por supuesto, y al igual que ocurre con muchos otros residuos, todo el proceso de reciclaje de chatarra debe realizarlo siempre personal cualificado, utilizando la maquinaria industrial específica y según la legislación y normativa vigente.
Las diferentes industrias generan multitud de residuos de metal que popularmente conocemos como “chatarra”. A grandes rasgos, podemos dividir los residuos metálicos en dos categorías:
Prácticamente todos los metales pueden reciclarse. Algunos de ellos, como por ejemplo el acero o el hierro, pueden hacerlo de forma ilimitada sin perder sus propiedades y su calidad. Por eso podemos asegurar que las posibilidades de recuperación de los diferentes metales reciclados son muy altas. Algunos ejemplos son:
Uno de los metales con más tradición de “reciclaje”. Procedente de chatarra industrial, maquinaria, vigas, etc. el hierro reciclado puede usarse para fabricar protecciones de ventanas o puertas y herramientas.
El acero inoxidable es uno de los materiales metálicos con mayores posibilidades de reciclaje y puede volver a utilizarse, entre otros usos, para la fabricación de enseres para cocina.
Dentro del reciclaje de chatarra el cobre es uno de los materiales con mayor demanda y salida en el mercado. Extraído de cables, tubos, hilos de PVC o motores, este material puede reutilizarse para fabricar menaje de cocina y elementos electrónicos.
El aluminio, como material de fácil tratamiento, admite muchos usos tras ser recuperado. Uno de ellos es la fabricación de cubiertos y latas (para alimentación, por ejemplo).
El bronce es otro de los materiales metálicos usados desde la antigüedad y, normalmente, suele recuperarse de maquinaria industrial antigua. ¿Su principal uso una vez reciclado? La fabricación de joyas y elementos decorativos.
La repercusión medioambiental y el ahorro económico que supone el reciclaje de chatarra es elevado. Su práctica está muy extendida, ya que la compra-venta de chatarra es una práctica habitual que mejora la economía y ayuda a proteger nuestro entorno.
Fuente: smv
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